sábado, 15 de agosto de 2015

ENGELS del historiador aleman Heinrich Gemkow


Marx y Engels forman la pareja más importante de la filosofía política. Se complementaban perfectamente.
Marx lo llamaba una "enciclopedia andante".La historia no ha sido muy benevolente con Engels, oculto bajo la sombra de un gigante y además denunciado por algunos seguidores de su maestro.
Engels era más pragmático en la política. No era un gran filósofo político como Marx. Era consciente de que necesitas una maquinaria política para conseguir resultados. Siempre estaba presionando a Marx para que terminara los escritos con los que guiar al movimiento político. Tenía un punto de vista mucho más práctico al enfrentarse a la política. Sobre asuntos como la vida en las grandes ciudades, el imperialismo o el feminismo, era capaz de conducir a Marx en distintas direcciones. Lo más importante es que Engels comprendía la realidad práctica del capitalismo, cómo funcionaba por su experiencia en Manchester (donde trabajaba como gerente de la empresa de su familia).
De día dirigía una empresa y de noche conspiraba como revolucionario para acabar con el capitalismo.
Eso lo cuenta bastante bien un sobrino que le visitó en Manchester y que le hizo esa pregunta. Su respuesta fue que tenías que hacer esas cosas bajo el capitalismo para poder sobrevivir. Todo el dinero que ganaba lo utilizaba para financiar a Marx y acabar con ese sistema social. Personalmente, para él era terriblemente incómodo y en sus cartas a Marx aparece ese sentimiento, pero en cierto modo ese es el acuerdo al que llegó con el sistema. Nunca pensó que tenía que disculparse por eso.
Y nunca pensó en renunciar.
En su libro sobre la clase obrera en Inglaterra, vemos al Engels ensayista pero también al periodista que busca hechos en la calle.
Engels descubre que Marx ya es una gran figura histórica. De forma consciente, da un paso atrás. Ahí está esa gran frase cuando dice: "Yo estaba contento con ser el segundo violín ante tan gran primer violín como era Marx". Por eso, tendemos a olvidar su gran contribución. Pero siempre estuvo ahí para apoyar a Marx. Es aún más cierto después de la muerte de Marx, cuando se convierte en guardián del legado de su amigo.
Y le perdonaba todo. Marx era un desastre en muchas cosas de su vida personal y siempre estaba pidiéndole dinero.
La única crisis fue cuando Marx fue especialmente insensible tras la muerte de Mary Burns. Engels le escribe para contarle que Mary ha muerto. Marx le responde: "Eso es terrible, pero necesito cinco libras para el colegio de las niñas". Aparte de esa situación, fueron inseparables.
Tras participar en los combates en Alemania de la revolución de 1848, Engels regresa a Manchester. ¿Es una humillación?
Lo es. Es terrible para él. Pero pronto vuelve a darse cuenta de que, con independencia de cómo ha sido su vida en los últimos diez años, de sus expectativas, debe sacrificar sus ambiciones como revolucionario, y seguir trabajando en la industria del algodón y manteniendo a Marx, lo que fue un gran sacrificio.
Para escribir El capital', Marx reclama datos y cifras que desconoce.
Cuando Marx intenta comprender el funcionamiento del capitalismo, depende por completo de la información que le da Engels sobre la evolución de los salarios, el funcionamiento de la producción o la Bolsa. Eso condiciona su visión de Marx del capitalismo porque todo se refiere a la industria del algodón de Manchester, que es una evolución extrema y avanzada de lo que era el capitalismo de la época.
¿Podríamos imaginarnos cómo hubiera sido Marx sin Engels?
Marx seguiría siendo lo que fue, pero sin Engels no hubiera existido la maquinaria política, la propagación de sus ideas y la internacionalización. Le hubiera faltado la aplicación de sus ideas al imperialismo y al feminismo. No creo que el marxismo hubiera evolucionado de la misma manera.
La familia de Marx apodaba a Engels ‘el General’ por sus artículos periodísticos sobre temas militares. Era un experto de sofá, pero llegó a publicar buenos artículos sobre la guerra de Crimea y la guerra franco-prusiana en la prensa inglesa.
Desde joven, no era alguien que volviera la espalda a una pelea. Se inició en la esgrima, y no como deporte. Llegó a participar en algunos duelos. “Con el segundo, me batí ayer y le asesté una buena encima de la ceja, desde arriba, una verdadera parada de primera”, escribió en una carta.
Engels era un hombre de acción y de costumbres poco convencionales en un revolucionario. Sus textos se convirtieron en guía del feminismo marxista, pero antes, y para escándalo de unos cuantos comunistas puritanos, no perdía la oportunidad de pasearse con numerosas amantes.
Sin embargo, unos meses después estaba en Alemania y participó en primera línea del frente en los ataques contra la infantería prusiana. Nunca permitió que sus correligionarios olvidaran que había estado en las barricadas.
En Londres disfrutó de la libertad que nunca tuvo en Alemania. Todos los domingos su casa se abría a amigos para beber y discutir bajo una discreta vigilancia policial. “Es evidente que esos imbéciles piensan que estamos fabricando dinamita cuando en realidad hablamos de whisky”, se reía Engels.
Ya disponible:
F. ENGELS, de Heinrich Hemkow
1ª edición, Pamplona, Agosto 2015
21×15 cms., 481 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
PVP: 20 euros
Pedidos: maimar_1@hotmail.com
Edición original del Instituto de Marxismo Leninismo del Comite Central del partido Socialista Unificado de Alemania.

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